Tenembaum: ya es muy evidente.

Ernesto Tenembaum escribe sobre el periodismo ("Ser periodista"). Es de destacar su encendida defensa corporativa del periodismo que en el contexto historico, quiera o no quiera,  termina siendo una defensa del mass medio donde actualmente trabaja.

El lunes que viene es el Día del Periodista y –la verdad sea dicha– en estos tiempos en los que se pretende instalar que la única manera digna de serlo es recibir una paga –directa o indirecta– del Gobierno y repetir que todos los periodistas son títeres, y que todos los opositores son malísimos y que todos los oficialistas son realmente brillantes, en estos tiempos –decía– me vienen a la memoria muchas de las historias valientes, íntegras y conmovedoras que he conocido estos años.http://www.elargentino.com/nota-93424-Ser-periodista.html

A su vez Tenembaum pretende instalar a capa y espada la idea que todos los periodistas son "independientes" y buenisimos. Y aùn va màs alla porque en las posturas de su cruzada hay cierta confusion conceptual entre el periodista (los individuos concretos que ejercen el ejercicio)y las empresas periodisticas -y aun va mas alla porque los pulpos corporativos actuales los iguala con las empresas periodisticas de hace 30-50-100 años atras-.

Tenembaum no solo argumenta desde esta confusion conceptual, la defensa dogmatica cae directamente en contradicciones absurdas. Para defender su "independencia" y la idea que todos son buenisimos ataca sin distincion a TODOS quienes ejercen la profesion en empresas estatales:

Ojalá no se cierren. Ojalá el periodismo no se transforme en la mediocridad de cobrar un sueldo en el Estado para elogiar al Gobierno y detractar a sus críticos.http://www.elargentino.com/nota-93424-Ser-periodista.html

Digo, Tenembaum cobra un sueldo de una empresa privada para "detractar" a sus criticos. Se sobreentiende que la ùnica diferencia entre la "mediocridad" de los demàs y la brillantez impoluta que el mismo se arroga es que cobra un sueldo de Clarin que es una empresa privada y no del Estado que es lo que transforma en "mediocre" a un periodista.