martes, julio 03, 2007

¿Es pelotudo creer que "somos" pelotudos?


Quizàs las preguntas a plantear deben ser otras, al menos para intentar descubrir què hacemos para llegar a determinadas respuestas: mayor igualdad, justicia social, democracia, dignidad...

¿La cuestiòn solo pasarà por los "votantes" que no piensan o son directamente pelotudos?. ¿La "gente" en determinadas circunstancias històricas no fue tan pelotuda o pensò un poco màs por una cuestiòn de magia, o de iluminaciòn mistica o de genètica?.

¿Las preguntas pelotudas nos llevaran a analisìs de la realidad francamente pelotudos?

Punto.


"La democracia en las sociedades industriales" (Noam Chomsky)

"Es únicamente cuestión de tiempo que la cultura de la clase trabajadora independiente se deteriore, juntamente con las instituciones y organizaciones que la sostienen, dada la distribución de los recursos y del poder. Y una vez debilitadas o eliminadas las organizaciones populares, los individuos aislados no pueden participar en el sistema político de forma significativa. Con el tiempo, este se convertirá, en gran parte, en un elemento simbólico o, como máximo, en un dispositivo mediante el cual el público pueda seleccionar entre los grupos de elite que compiten y ratificar sus decisiones, desempeñando el papel que les ha sido asignado por teóricos demócratas progresistas al estilo de Walter Lippmann.(30)"


"...En su análisis de la marcha atrás en el Japón, John Roberts sostiene que «la rehabilitación norteamericana de las economías monopolistas de Alemania Occidental y el Japón (en gran parte bajo el mismo liderazgo de antes de la guerra) fue una causa, no una consecuencia, de la guerra fría. Su rehabilitación fue, sin duda, una parte vital de la estrategia del capitalismo norteamericano en su venganza total contra el comunismo» – lo cual significa, en primer lugar, un importante ataque contra la participación de las «clases populares» en el proceso de toma de decisiones. Centrándose en Europa, Melvyn Leffer observa que la actitud ante la recuperación europea impulsó a los funcionarios norteamericanos a actuar

con el fin de proteger mercados, materias primas y los beneficios de la inversión en el Tercer Mundo. El nacionalismo revolucionario debía ser frustrado fuera de Europa, del mismo modo que la lucha contra el comunismo autóctono debía librarse dentro de Europa. En esta tentativa interconectada de controlar las fuerzas de la izquierda y el poder potencial del Kremlin reside gran parte de la historia, estrategia y geopolítica internacional del período de la guerra fría.(29)

Estas son notas decisivas en toda la era moderna, y siguen siéndolo.

A lo largo del proceso de reconstrucción de las sociedades industriales, la primera preocupación fue la de establecer un orden capitalista estatal bajo las elites conservadoras tradicionales, dentro del marco global del poder de los Estados Unidos, que garantizaría la capacidad de explotar las diversas regiones que habían de cumplir la función de mercado y fuente de materias primas. Si estos objetivos se alcanzaran, el sistema sería estable y resistente al temido cambio social, que sería, naturalmente, destructivo una vez el sistema estuviera funcionando de forma relativamente ordenada. En los ricos centros industriales, amplios segmentos de la población se adaptarían y serían empujados a abandonar toda visión más radical bajo un análisis racional de costes y beneficios.

Una vez su estructura institucional esté en pie, la democracia capitalista funcionará sólo si todos subordinan sus intereses a las necesidades de aquellos que controlan las decisiones relativas a la inversión, desde el club de campo a la cocina. Es únicamente cuestión de tiempo que la cultura de la clase trabajadora independiente se deteriore, juntamente con las instituciones y organizaciones que la sostienen, dada la distribución de los recursos y del poder. Y una vez debilitadas o eliminadas las organizaciones populares, los individuos aislados no pueden participar en el sistema político de forma significativa. Con el tiempo, este se convertirá, en gran parte, en un elemento simbólico o, como máximo, en un dispositivo mediante el cual el público pueda seleccionar entre los grupos de elite que compiten y ratificar sus decisiones, desempeñando el papel que les ha sido asignado por teóricos demócratas progresistas al estilo de Walter Lippmann.(30) Este era un supuesto plausible en el primer período de la posguerra y, hasta ahora, ha demostrado ser en gran medida exacto, a pesar de las muchas desavenencias, tensiones y conflictos.

Las elites europeas tienen interés en la preservación de su sistema y no temen menos a sus poblaciones internas de lo que las temieron las autoridades de los Estados Unidos. De ahí su compromiso con la confrontación de la guerra fría, que resultó ser una técnica efectiva de gestión social interna, y su disposición, con ocasionales murmullos de descontento, a apoyar las cruzadas globales de los Estados Unidos. El sistema es opresor y a menudo brutal, pero ello no constituye ningún problema siempre y cuando las víctimas sean los demás. También suscita constantes amenazas de catástrofe a gran escala, pero éstas tampoco cuentan en las decisiones de planificación determinadas por la meta de la maximización de la ventaja a corto plazo, que sigue siendo el principio operativo."

Fuente: La Democracia en las sociedades industriales - Noam Chomsky


1 comentario:

  1. Te invito a leer mi Blog:
    http://neurosisgalopante.blogspot.com
    Celeste

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