"Lugares comunes. Es imposible entender la cultura política de un país sin prestar atención a sus lugares comunes. Precisamente ahora, principios del siglo XXI, la búsqueda de la fórmula nacional es casi una obsesión: mil ensayos explican a su modo cómo somos y qué nos pasa a los argentinos. Se reflexiona desde cualquier lugar imaginario - academia, calle, periodismo de investigación, mesa de café o foro internético - sobre los rasgos que nos hacen ser así o asa. Los mayores éxitos editoriales recientes emplean ese gentilicio genérico y ambiguo - los argentinos - explorando nuestro modo de ser, nuestra condición nacional, las raíces culturales e históricas de nuestros males.
Dudo muchísimo que exista una condición nacional, si por tal se entienden rasgos culturales sustantivos, esencias, formas de ser que nos hagan tropezar siempre con las mismas piedras. Este supuesto evoca la expresión ser nacional de moda en décadas pasadas y a la que apelaban tanto movimientos populares como gobiernos dictatoriales, bajo la análoga pretensión de sintetizar en una fórmula mágica el cemento de nuestra sociedad. Ahora se trata de códigos genéticos de cultura o identidad, a mi entender auténticos macanazos. La gran paradoja es el empleo de imágenes unitivas y esencialistas de nosotros mismos, muy desajustadas con la sociedad que sí somos: compleja, cambiante, plural y heterogénea.
Existen, sin duda, rasgos frecuentes entre nosotros. No constituyen una identidad, pero la ofrecen; no están presentes en todos los argentinos, pero se presentan a sí mismos como si lo estuvieran, y fácilmente nos persuaden de ello. Su enorme eficacia proviene de estar a la mano y poder ser adoptados con gran economía, sin exigir el esfuerzo de examinarlos. Son fórmulas seguras para el éxito - del escritor a la caza de lectores, del político a la caza de votos, del amigo en rueda de amigos, del observador empeñado en hallar explicaciones claras a los acontecimientos, de padres en aprietos ante inquietudes de sus hijos."
Dudo muchísimo que exista una condición nacional, si por tal se entienden rasgos culturales sustantivos, esencias, formas de ser que nos hagan tropezar siempre con las mismas piedras. Este supuesto evoca la expresión ser nacional de moda en décadas pasadas y a la que apelaban tanto movimientos populares como gobiernos dictatoriales, bajo la análoga pretensión de sintetizar en una fórmula mágica el cemento de nuestra sociedad. Ahora se trata de códigos genéticos de cultura o identidad, a mi entender auténticos macanazos. La gran paradoja es el empleo de imágenes unitivas y esencialistas de nosotros mismos, muy desajustadas con la sociedad que sí somos: compleja, cambiante, plural y heterogénea.
Existen, sin duda, rasgos frecuentes entre nosotros. No constituyen una identidad, pero la ofrecen; no están presentes en todos los argentinos, pero se presentan a sí mismos como si lo estuvieran, y fácilmente nos persuaden de ello. Su enorme eficacia proviene de estar a la mano y poder ser adoptados con gran economía, sin exigir el esfuerzo de examinarlos. Son fórmulas seguras para el éxito - del escritor a la caza de lectores, del político a la caza de votos, del amigo en rueda de amigos, del observador empeñado en hallar explicaciones claras a los acontecimientos, de padres en aprietos ante inquietudes de sus hijos."
Introducciòn de "Sal en las heridas. Las Malvinas en la cultura argentina contemporánea." Vicente Palermo.
Me gusto mucho lo que publicaste, no es un secreto que comulgo con la mayoría de tus posturas, pero de veras me gusto.
ResponderBorrarHacia rato que no entraba en tu blog.
Está muy bueno.
Betobrick.
El gusto es mio Beto. En el site de Clarin esta disponible la introduccion y el primer capitulo completo del libro de Palermo.
ResponderBorrarhttp://www.clarin.com/suplementos/libros/2006/03/10/l-01384322.htm
Un abrazo.