“Israel no ha virado hacia el centro, sino hacia la nada: el centro es la derecha disfrazada”
14/02/13
Benyamin
Netanyahu sigue siendo el primer ministro de Israel, tal como preveían
todos los análisis antes de las elecciones parlamentarias. Pero la
apabullante irrupción del primerizo ex periodista Yair Lapid, al frente
de su partido Hay Futuro, con sus 19 escaños, pilló a todos por
sorpresa.
Se
ha empezado a hablar de un giro del gobierno de la derecha hacia el
centro, de reformas sociales y, sobre todo, asunto estrella, del futuro
militar de los judíos ultra ortodoxos.
El
pasado domingo, en una charla organizada por la librería del hotel
American Colony, en Jerusalén, dos conocidos personajes del panorama
público y político israelí exponían su propio análisis respecto a los
resultados electorales. El periodista del diario Haaretz, Gideon Levy,
es conocido por el fuerte criticismo de sus columnas a las políticas
israelíes del gobierno en Palestina; Hanin Zoabi es palestina, con
ciudadanía israelí, y fue la primera mujer de origen palestino en
conseguir un escaño en la Knesset de la mano de su partido, Balad. En
2010 participó en la Flotilla que partió a Gaza para romper el bloqueo,
algo que sus compañeros de hemiciclo entendieron como un acto
terrorista. Como resultado, se le privó de su inmunidad parlamentaria y,
desde entonces, ha sido objeto de todo tipo de insultos y amenazas
provenientes tanto de parlamentarios como de particulares, que la
señalan como “la persona más odiada de Israel.”
Los 12 escaños de Netanyahu
El
primer aspecto sobre el que Gideon Levy posa su atención es en el hecho
de que el partido de Netanyahu sólo obtuvo 12 escaños, “lo cual
significa que, aunque siga siendo el primer ministro, su partido es
minoritario.” Sin embargo, la posibilidad de que Netanyahu prosiga con
sus duras políticas contra los palestinos durante los próximos cuatro
años no es lo que más le preocupa. “De hecho”, afirma, “si pudiera
nombrar al gobierno ideal para Israel, elegiría uno de extrema derecha.”
Según Levy, “lo más peligroso de estas elecciones es en realidad el
llamado centro. Aquel del que forman parte Yair Lapid, el laborismo de
Shelly Yacimovich, la ex líder de la oposición Tzipi Livni, y el Kadima
del ex jefe de personal del ejército Shaul Mofaz.” Y para demostrar su
postura, Levy imagina y compara dos posibles escenarios:
“Pongamos
que el ultraderechista Naftali Bennett, ídolo de los colonos, es el
ministro de exteriores; y junto con el racista ex ministro de interior
Eli Yishai, los ultra ortodoxos y Lieberman, acude a recibir a Obama al
aeropuerto de Tel Aviv en su próxima visita. Es una escena que me
encantaría presenciar. Cuando Obama regresase a EEUU, podrían pasar dos
cosas: la primera, que Obama pierda interés, lo cual es peligroso. La
segunda, que llegue a la conclusión de que es necesario hacer algo.
En
el segundo escenario imaginario, Lapid es el ministro de exteriores,
que acude a recibir a Obama al aeropuerto cantando, con su fotogénica
sonrisa, con su perfecto inglés, con su carisma… A los dos les gusta
Bruce Springsteen… Y se ponen a hablar y Livni entra de vez en cuando
prometiendo que se va a reunir con Abbas, y quizá Shelly aparece también
hablando de justicia social… Y Obama se vuelve a EEUU encantado. Si
esto sucede, al poco tiempo el “centro” se haría la foto con Abbas, todo
serían promesas, y todo el mundo sonreiría porque el proceso de paz
volvería estar encaminado… Y la realidad sobre el terreno sería cuatro
años de coma, de ceguera y de continuación de la ocupación como hasta
ahora.
Liberar a los presos
“Un
gobierno verdaderamente nuevo debería ser totalmente diferente”,
afirma. “Para comenzar un proceso de paz en serio, el gobierno debería
empezar por liberar a los miles de prisioneros palestinos como gesto de
buena voluntad, parar los asentamientos -y por supuesto no volver a
construirlos- y dejar que los palestinos, tanto de Cisjordania como de
Gaza, entren a trabajar en Israel. Y todo esto es algo que no va a
suceder con Netanyahu ni con nadie.”
Por todo ello, Levy advierte que “Israel no ha realizado un giro hacia
el centro, sino hacia la nada, porque los de centro son los de derecha
pero con disfraz. Shelly dijo que “la ocupación no interesa a los
israelíes” y Lapid, que vendía la renovación del proceso de paz en su
campaña, prometió que Jerusalén será siempre la capital única e
indivisible de Israel.” El asunto que más les preocupa es si veremos o
no ultra ortodoxos en los check points.” Levy concluye señalando que
“Israel dice que no tiene contraparte palestina para la paz. Y yo digo:
es Palestina la que no tiene contraparte israelí para la paz.”
Hanin
Zoabi agradecía la intervención de Levy, que calificaba de “pesimista”,
pero añadía: “No te preocupes que ahora la continúo yo.” Zoabi cree que
la distancia restante hasta la meta no es lo importante. “La pregunta
más adecuada es si vamos en la dirección correcta.” Recalcaba que el
conflicto no empezó en 1967 con la ocupación de Cisjordania y Gaza,
“sino en 1948, con la expulsión de los palestinos y la fundación del
estado de Israel, en el que ahora vive millón y medio de palestinos.”
Según Zoabi, estos “no tienen los mismos derechos. Yo no puedo estudiar
mi historia, la destrucción de los poblados palestinos en 1948, que aún
continúa; nos llaman árabes israelíes, como si antes hubiésemos sido los
árabes-británicos o los árabes-otomanos; y todos los partidos
sionistas, sin excepción, están de acuerdo en que Israel es un estado
judío.”
La izquierda no existe
Por
todo ello, “no importa qué partido gane las elecciones porque la
izquierda no existe. Si la opinión pública de la sociedad israelí se ha
ido a la derecha, entonces Lapid puede ser el centro. Pero si Lieberman
dice “no hay ciudadanía sin lealtad”, Lapid dice “sin lealtad de los zoabis no
hay rol para ellos”. Coincide con Levy en que los palestinos, tanto los
que viven en los territorios ocupados como en el interior de Israel,
“fueron totalmente ignorados en la campaña electoral. Sólo Livni y Lapid
mencionaron el aislamiento internacional de Israel, pero sólo para
atacar a Netanyahu.”
Zoabi
pertenece a la tercera generación de palestinos con ciudadanía israelí y
afirma creer “en la justicia y en la igualdad de todos, al margen de la
solución de uno o dos estados.” Desearía que “el concepto que yo
represento pudiese representar también a Gideon, por ejemplo.” Y
concluía afirmando: “Los palestinos en Israel nos tomamos muy en serio
la ciudadanía y yo creo en la democracia; tengo un concepto muy
diferente de estado al de cualquier otro grupo de la Knesset, gobernante
o no, porque ofrezco un estado para todos sus ciudadanos.”